viernes, 3 de agosto de 2012

Editorial Programa 04/08

Programa temático: Los clubes de barrio
Por Celeste Roca


 Los clubes sociales se instauraron desde su fundación como espacios barriales y comunitarios, creando sólidos vínculos vecinales. Tales vínculos fueron prácticamente desmantelados por las prácticas represivas implementadas por los gobiernos dictatoriales, ya que éstos provocaron el repliegue de la sociedad y de los individuos al ámbito de lo privado. Dicha situación se profundizó a raíz de la implementación de políticas neoliberales que promovieron el individualismo y el debilitamiento de todos los ámbitos de discusión y diálogo colectivo. En un escenario difícil, los clubes hoy se renuevan, se revitalizan y redoblan el esfuerzo para estar presentes en el acontecer comunitario.

Los clubes nacen en nuestro país en el transcurso del siglo XIX y su creación demostró una clara necesidad de unión en el ámbito de lo social; tuvieron su época de máximo apogeo a partir de la década del ´40, cuando llegaron a centralizar la actividad cultural, deportiva y social de cada barrio constituyéndose en ese sentido, en puntos de encuentro y referencia casi exclusivos de las zonas adonde se ubicaban.
También fueron eje de las actividades sociales del barrio, y centros privilegiados que reunían a la juventud entre los años 1930 y 1970. Luego empezaron a producirse transformaciones en la sociedad, a partir de la aparición de nuevos paradigmas y conceptos de diversión y ocupación del tiempo libre, y la irrupción de las nuevas tecnologías, aspectos que impactaron especialmente y de manera muy significativa en los jóvenes, contribuyendo a que los clubes barriales fueran perdiendo la capacidad de convocatoria que supieron tener en otros tiempos.

El club es un espacio de pertenencia en el cual las historias individuales se cruzan con la de los colectivos de los cuales se sienten miembros: el barrio, la familia, los grupos de amigos.
La actividad en los clubes tiene una trascendencia fundamental porque en ellos conviven el esparcimiento, el aprendizaje y la participación social; todos aspectos que al estar ausentes, afectan profundamente las condiciones de desarrollo personal y social de niños y jóvenes.

Se hace evidente que en el marco actual en el que vivimos, el club social y deportivo ha perdido el rol preponderante que históricamente ejercían en las relaciones barriales e interurbanas. Esto se relaciona con alteraciones que vienen atravesando todas las instituciones de la sociedad en el contexto de las relaciones en la posmodernidad como el pasaje del paradigma Estado al paradigma mercado. En la transición entre un modelo basado en la solidez de un Estado que garantizaba la vida institucional y un modelo que apuesta a la descentralización y la flexibilidad del mercado, los clubes sociales se definen entre refugiarse en la seguridad de la estructura interna o adaptarse a la incertidumbre del escenario actual.

El desafío hoy es generar espacios que promuevan políticas de inclusión, equidad e igualdad para todas y todos los niños y jóvenes. En ese sentido, los clubes barriales de la ciudad pueden constituirse como espacios de inclusión, donde las personas  tienen la posibilidad de encontrarse y desarrollar lazos de pertenencia.
Ante esta situación se torna evidente la necesidad de que los clubes barriales sean sostenidos y protegidos, no sólo por su barrio de pertenencia, sino a partir de una imprescindible presencia del Estado, formulando políticas públicas que permitan la permanencia y el fortalecimiento de estas instituciones.

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